Los grandes olvidados de la pandemia: los empresarios que batallan contra la ruina
Cuando una persona oye hablar de un empresario puede llegar a imaginarse, por los estereotipos que ha difundido en muchas ocasiones tanto el cine como la televisión, al propietario de una gran empresa con mucho dinero y con escasos remordimientos. Pero la crisis del coronavirus ha puesto cara y ojos a este colectivo que está sufriendo una crisis sin precedentes y del que dependen millones de puestos de trabajo. Sin embargo, como denuncian a lo largo y ancho del país miles de organizaciones, fundaciones y patronales, los empresarios son los «grandes olvidados de la pandemia» en España.
Centenares de empresarios se han puesto en contacto durante la pandemia con OKDIARIO para relatar su difícil situación. Los últimos son Paco, José Luis, Borja, Olga… Pero hay decenas y decenas más que hablan de «desesperación», «ruina» y que se definen a sí mismos como «hundidos» y «olvidados» durante esta crisis.
Uno de los colectivos más castigados ha sido sin duda la hostelería, que sigue esperando un plan de ayuda que apruebe el Consejo de Ministros a pesar de que en muchas comunidades autónomas los bares y restaurantes llevan semanas cerrados. Lo que significa que no obtienen casi ningún ingreso (lo poco que obtengan de unas ventas a domicilio también mermadas por el toque de queda) y con gastos fijos (por ejemplo, el alquiler de los locales).
Un empresario -que pide el anonimato- no duda en relatar lo siguiente a este periódico: «Los últimos acontecimientos que concurren en mi vida como en la de tantas otras personas me están llevando a una situación de indudable peligro». «Estoy dispuesto a todo, y lo que les pido es que sigan exponiendo la desesperación de los emprendedores españoles. Sin autónomos ni microempresas y pequeña empresa, no hay economía que soporte las necesidades de nuestra gente. Se necesitan cambios y todos pasan por el cambio definitivo en el funcionamiento de la política y la administración del estado», llega a decir después de que le hayan denegado la prestación por desempleo.
José Luis, por su parte, expone su proyecto empresarial a OKDIARIO, sobre el que aún no ha perdido esperanza: «Abrimos una tienda de productos de limpieza a granel en Madrid en el mes de noviembre del 2019 y cuatro meses después tuvimos que cerrar por el covid 19, durante dos meses y medio». Y cuenta su lucha: «Desde el mes siguiente a abrir empezamos a buscar alternativas a la marca que vendíamos por aquel momento. Volvimos a abrir en junio del 2020 solamente por las mañanas con miedo porque soy de riesgo por hipertensión. Algo teníamos que hacer y se nos ocurrió fundar una marca propia de los productos de limpieza a granel que vendemos. Nos pusimos manos a la obra y en noviembre del 2020 hemos lanzado nuestra propia marca». Su invento se llama Kailimpio. Porque las víctimas de la crisis económica también son héroes: «Esta es mi pequeña historia resumida de superación, que empezamos con 62 años de edad», dice.
Borja, en cambio, está preocupado por su negocio de autobuses con 15 empleados: Curín Bus, que se muere sin ninguna compensación por el hundimiento de los viajeros. El problema es que las rutas escolares -que aún siguen- sólo representan el 15% o el 20% de su actividad pero que ya no hay ni excursiones, ni congresos, ni viajes de pensionistas, como relata también a la televisión local. El problema es que las facturas siguen llegando. «Seguimos olvidados», es la expresión más llamativa de una misiva que lleva el siguiente encabezado: «Empresarios hundidos», que da lugar a este reportaje.
Por su parte Vicente, abogado, dueño de una asesoría jurídica, fiscal y laboral, denuncia que a mediados de noviembre presentó un ERTE por fuerza mayor de una agencia de viajes -adjuntando la documentación justificativa de la situación así como las restricciones que hay para viajar a nivel nacional e internacional. y que la Consejería de Trabajo de la Generalitat Valenciana desestimó la solicitud. «Esta agencia solo tenía un trabajador y ha optado por despedirlo, después de esta resolución», relata. La justificación de esta Administración choca con la realidad: «que no hay normativa que limite la actividad de la agencia de viajes como sí ocurre con la hostelería o el ocio nocturno». Esta explicación, sin duda, confirma el refrán que dice que hecha la ley, hecha la trampa.
Es algo que también narra Rosa, una importante empresaria de la restauración catalana, a OKDIARIO. Explica que instalaron una «innovadora máquina de purificación del aire (como las que se usan en hospitales) y habiendo demostrado que dentro del restaurante es más puro que en la calle, nos obligaron a cerrar (previa multa)». «¡Necesitamos soluciones y no prohibiciones!», señalaba. «Si tú tienes un restaurante que se desinfecta constantemente, es mucho mejor que cuando la gente come en un banco en la calle, o en la playa, todos mezclados, sitios públicos donde nadie controla la higiene», dice.